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martes, 18 de enero de 2011

Las Misiones Pedagógicas

Gracias a Javier Pérez Andújar estoy conociendo más de cerca las Misiones Pedagógicas. Es lo que tienen los buenos libros: inoculan en tu organismo el virus del querer saber más y aquí me tienen, fantaseando sobre cómo sería cargar una camioneta con cajas y cajas de libros y recalar en paupérrimos pueblos llevando algo de cultura. Y coincidir por el camino con Lorca y con Cernuda.


Me entero por Pérez Andújar que cuando se proclamó la República más de millón y medio de niños vivían en España sin escolarizar. Hablamos del año 1931, el 14 de abril para más señas. Un mes después se ponía en marcha el Patronato de las Misiones Pedagógicas (seguro que Cossío dejó en ellas sangre, sudor y lágrimas) con el propósito de crear 27.000 escuelas públicas y cubrir 7.000 plazas nuevas de maestros. Y de los cafés, de las universidades, salieron poetas, pintores, cómicos, músicos, hombres y mujeres hacia los pueblos perdidos por España movidos por un ideal:  "que saber leer y escribir resultaba tan imprescindible para un universitario como para un campesino. Tenían muy claro que la cultura del pueblo no suponía ningún lujo. Soñaban con una escuela para todos".

Qué grande suena y qué grandes quienes se dedicaron a ello. Qué alejado de nuestros días, ahora que los maestros sufren el mayor de los abandonos y muchos de los que tienen acceso a la cultura, la desprecian. En fin, me enroco en mi libro y me monto en la camioneta: vienen los camisas verdes de Gil Robles a quemarnos el escenario donde se representa El caballero de Olmedo. A correr tocan.



Rosa María García



(TODO LO QUE SE LLEVÓ EL DIABLO de Javier Pérez Andújar ha sido editado por Tusquets)

viernes, 14 de enero de 2011

Y fueron felices y comieron tofu

Leo en la sección cultural de El País que la nueva Lisbeth Salander, ya saben, la hacker más famosa del mundo gracias a Millenium de Stieg Larsson, va a ser más agresiva y dará miedo en la nueva adaptación al cine que está preparando David Fincher de Los hombres que no amaban a las mujeres.

El guionista de la nueva película, Steven Zaillian, óscar por La lista de Schindler, ahí es nada, "va a hacer que Blomkvist sea menos mujeriego, que Salander sea más agresiva y, sobre todo, va a cambiar completamente el final". Y aquí es donde quería yo llegar: ¿puede ser esto cierto? ¿Puede cambiarse el final de un libro en su adaptación al cine?

Si es así, quizá veamos pronto cómo Madame Bovary, la archicononocida Emma, supera todos sus problemas y vive un feliz matrimonio con Charles. No sería de extrañar, tampoco, que Julieta sobreviva a la imagen de su amado Romeo y rehaga su vida dando clases de costura para niñas de un hospicio. O que, para evitar el sobrecogimiento, Bruno, el niño sin el pijama de rayas, saque a su amigo Schmuel de su encierro. En una versión más contemporánea, ambos amigos son pareja de hecho. ¿Qué tal si hacemos del Quijote un hombre más centrado, sin tantos pájaros en la cabeza, enamorado de las plantas en lugar de las novelas de caballerías?

Absurdo, ¿verdad? Quizá como ejercicio de escritura creativa sea interesante cambiar los últimos párrafos a historias ya escritas; es divertido, de hecho. Pero no creo que una adaptación al cine tenga que pasar por cambiar radicalmente el final. Llámenme reaccionaria, si quieren, pero yo quiero que coman perdices, no tofu, quienes han conseguido ser felices.


Rosa María García

lunes, 10 de enero de 2011

¿POR QUÉ LEO?

Hemos empezado el año con el concurso ¿POR QUÉ LEO? ( en pestaña Foros de nuestro CLUB de Facebook disponéis de toda la información)
Me apetecía mucho participar aunque no opto al premio porque estaría feo muy feo dármelo a mi mismo... : p.
Bromas aparte, comparto mi texto con vosotros:
 
“   De pequeño cayeron en mis manos poesías de Gloria Fuertes, fábulas de Iriarte, cuentos de Disney, libros de curiosidades animales, un manual del perfecto espía y un ilustrado de armas y batallas famosas; además de los de lectura obligatoria del cole: “Ivanhoe“, “20.000 leguas de viaje submarino”, “Miguel Strogoff”, “Un yanki en la corte del rey Arturo”. Hasta aquí había leído por disciplina o por aburrimiento pero nunca por necesidad o placer.

   Recuerdo el sillón marrón con brazos de madera de al lado de la pequeña biblioteca de mi padre. Allí, de la mano de Sherlock Holmes, atravesé por primera vez el umbral de la lectura. Las tardes, después de un sándwich de foie gras y un vasito de zumo, se llenaban de huellas, olor a tabaco de pipa y mayordomos sospechosos. Mi cuerpo permanecía paralizado frente a las fauces de un tomo grueso de tapas duras hasta que la luz que entraba por la terraza disminuía y daba paso a las farolas de la calle.
  
   Leo porque mientras mi cuerpo descansa mi mente trabaja. Y se evade, se ensancha, se libera, se ordena, se limpia. Y crece, se divierte, se entretiene, se relaja y disfruta.

  
   Abrir un libro es introducir la llave a un mundo nuevo. Pasar la página es abrir una puerta. Leerla es dar el primer paso de un camino, un recorrido, una experiencia, una aventura, un viaje,

   Leo porque los libros están para eso, para ser leídos. Lo mismo que una puesta de sol para ser contemplada, una fragancia para ser recordada, un clamor para ser atendido, un vino para ser descorchado y una vida para eso, para ser vivida.

   Leo para vivir más intensamente.

   No se me ocurre otra manera para galopar sobre un corcel de Rohan, sufrir los celos de Júpiter, escapar de la mafia rusa, sentir bombarderos sobre mi cabeza, cazar con sílex, recordar a personas que no conocí, llorar a los muertos que jamás vivieron, embarcar en la Bounty, el Nautilus o en la Santa María.

   Leo porque me gusta.

   Leo porque si no reviento“.

   Fdo.
   Javier G. Rey

jueves, 6 de enero de 2011

Todo un año por delante


Sí, mientras haya lectores hay esperanza. Con ese pensamiento hemos vivido estas fiestas navideñas que hoy dejamos atrás, pensando con emoción que La Tramontana ha llevado a muchas casas libros y más libros. Objetivo conseguido; ahí queda nuestro granito de arena. Y con ese mismo espíritu esperanzado encaramos todo un año por delante repleto de lecturas. ¿Les parece que vayamos abriendo boca con los títulos que llenarán la librería en los próximos meses?
  • Caligrafía de los sueños, de Juan Marsé
  • Los sinsabores del verdaderos policía, de Roberto Bolaño
  • La viuda embarazada, de Martin Amis
  • Los enamoramientos, de Javier Marías 
  • Némesis, de Philip Roth
  • Lágrimas en la lluvia, de Rosa Montero
  • Cosas que ya no existen, de Cristina Fernández Cubas
  • Muerte y vida de Bobby Z, de Don Winslow
  • 1Q84, de Haruki Murakami
  • Un momento de descanso, de Antonio Orejudo
  • El hacedor (de Borges) Remake, de Agustín Fernández-Mallo
  • Por una buena causa, de Vasili Grossman
  • El rey se inclina y mata, de Herta Müller
  • Millenium, Stieg y yo, de Eva Gabrielsson
  • Rapsodia, de Pere Gimferrer
  • El padecimiento continuo, de Charles Bukowski
Y un larguísimo etcétera  del que destacaremos los libros de pequeñas editoriales, esas que con tanto esfuerzo paren libros, si me permiten la expresión. En fin: sí, hay esperanza mientras haya un libro que leer y alguien que disfrute con ello. Felices Lecturas para 2011.

Rosa María García