Buscar este blog

lunes, 29 de noviembre de 2010

La Cueva

La diseñadora Sakura Adachi ha sacado al mercado The Cave (La Cueva), una librería a la vieja usanza, es decir, con distintas baldas para colocar los libros, que –y aquí está la novedad- lleva incorporado un espacio donde sentarse a leer. Es preferible que vean ustedes la foto, porque por mucho que lo explique…




Es una lástima que no disponga ahora mismo de 5.250€, que es lo que cuesta el capricho, porque tengan por seguro que me lo compraría. Lo digo en serio. Me gusta la idea de que en un portal como el de http://www.decoraymas.com/, que trabaja con lo último de lo último en tendencias de decoración, haya un hueco para The Cave, ahora que todo el mundo grita “el fin del mundo” para el libro. Además, el diseño es divino, no me digan que no.


Rosa María García


sábado, 6 de noviembre de 2010

Un bombón de chocolate

Sólo los amantes de los libros pueden entender el placer que da comenzar a leer uno y comprobar en sus primeras páginas (párrafos en ocasiones; primera frase cuando te topas con genialidades) lo acertado de tu elección. Cuando me ocurre eso, releo varias veces, y con detenimiento casi parvulario, la primera página, mientras pienso que me queda todo el libro por delante para disfrutarlo.

Me volvió a ocurrir ayer con LA CARTA, de Sarah Blake (RBA); un libro que me atrajo por el llamamiento que hacían en alguno de foros especializados, no recuerdo cuál, a quienes les hubiera gustado LA SOCIEDAD LITERARIA Y EL PASTEL DE PIEL DE PATATA DE GUERNSEY, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows. Y claro, LA SOCIEDAD… resultó para mí como encontrar un bombón de chocolate negro dentro de una caja decorada con ilustraciones de Benjamín Lacombe (permítanme que aproveche que esta semana nos ha dejado sin aliento con sus CUENTOS SILENCIOSOS): un placer al cuadrado. Así que no me hizo falta más para abrir LA CARTA. Y ahí estoy, satisfecha de nuevo con la elección.

Es imposible que no me guste un libro que en sus, más o menos, cien primeras líneas (tres, cuatro primeras páginas) dice cosas como estas:

“Hace tiempo creía que, si podían elegir, las personas se volverían hacia la bondad como lo harían hacia la luz”.
O:
“Todas las historias –de amor o de guerra- se basan en alguien que miró a la izquierda cuando debería haber mirado a la derecha”.
Y:
“Todo empezó, como sucede a menudo, con una mujer que quería poner orden en su vida”.

Me quedan unas 375 páginas más.



Rosa María García