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jueves, 14 de octubre de 2010

La caja de Pandora

Hay libros que dan pavor. La cena es uno de ellos. Herman Koch pone ante el lector un tema tan peliagudo que, pasado un centenar de páginas, dan ganas de colocarlo muy despacio en una estantería, en la confianza de que no se abra jamás la caja de Pandora.

No destriparé el quid de la cuestión; un quid al que ustedes y yo asistimos en su momento como espectadores televisivos (recuerdo perfectamente qué le dije a mi marido al respecto). Sólo escribo los pensamientos que me rondan en estos días, mientras voy leyendo un libro que encoge el corazón especialmente de quienes tienen hijos. Porque todos queremos que no le ocurra nada malo a nuestro hijo. Es ley de vida desearlo. Pero, ¿qué ocurre cuando te enteras de que tu hijo ha hecho algo terrible, abominable, vomitivo, deleznable? Esa es la pregunta. Y a partir de ahí la cabeza se llena de dudas: ¿prefiero que mi hijo sea un líder o un sumiso? ¿Un matón de patio o un débil solitario? ¿Al que pegan o quien pega? ¿Cómo se puede evitar que un hijo, tú hijo, se convierta en un monstruo? ¿O por ser tu hijo nunca verás en él a un monstruo?

“Me miró –dice Paul, el padre-. En sus ojos vi lo que llevaba viendo toda la vida. Pero también algo que preferiría no haber visto”.

Hay también libros, como La cena, que requieren comentarlos en una sobremesa con amigos para, entre todos, encontrar la manera de tener bien amarrado el miedo. Eso haré cuando lo termine.


Rosa María García



 * La cena está publicado por la editorial Salamandra.

martes, 12 de octubre de 2010

Una imagen

Buscando el cuento de La siesta de los martes para mis labores talleriles (permítanme inventar palabras, que es un bonito y entretenido juego), releí, anotado en el margen inferior con mi letra, que para escribir este relato Gabriel García Márquez partió de la visión de una mujer y una niña vestidas de negro y con un paraguas también negro, caminando bajo un sol de justicia por un pueblo desierto.

Y esto me recordó que en las últimas semanas he leído más sobre la imagen como germen de una historia. La primera de ellas a Almudena Grandes que en una de las innumerables entrevistas promocionales de su última novela, explicaba que siempre escribía a partir de una imagen: en el caso de Inés y la alegría fue una mujer montada a caballo llevando una sombrerera repleta de rosquillas. También el director de cine Fernando León de Aranoa con motivo del estreno de su última película, publicó en El País un artículo titulado Flores para Amador en el que confesaba que la imagen de una chica sentada en el autobús cargada de flores y mirando al cielo fue el desencadenante de la historia.

La imagen es a la historia como las tan trilladas mariposas en el estómago en el amor. Imagino una punzada, un chasquido, un mareo incluso, cuando te topas con una imagen que hace que tu cabeza comience a maquinar una historia a velocidad ultrasónica. Lo explicó ya hace tiempo mejor que yo Patricia Highsmith en Suspense. Cómo se escribe una novela de intriga. Decía que en todo hay gérmenes de una idea. “Lo importante es reconocerlos cuando se presentan. Yo los reconozco gracias a cierta excitación que siento en seguida”. De la imagen al papel hay un proceso especial reservado a los escritores, que tienen un desarrollado olfato, una sensibilidad a flor de piel y muchas horas de oficio, es evidente. Todos podemos juntar letras, pero sólo unos pocos hacen magia.


Rosa María García

lunes, 4 de octubre de 2010

Escritura en vivo y en directo

Parece ser que desembarca con fuerza entre nosotros el fenómeno del Jam de Escritura. No pasa nada si no saben de qué hablo; yo tampoco lo sabía hasta que llamó mi atención. El Jam de Escritura, en roman paladino, es ni más ni menos que escritura en directo, un evento multidisciplinario, "performante" dicen algunos (pese a que en el diccionario de la Real Academia de la Lengua no aparezca esa palabra), en el que intervienen uno o varios autores, una grupo de espectadores-lectores y un dj encargado de amenizar la velada con música elegida para la ocasión. Divino, ¿no?

Se me ocurre que en este acto hay que poner muchas cartas sobre la mesa, principalmente el buen hacer del autor que, con muchas agallas, se pone delante de un nutrido grupo de personas dispuesto a ser testigo de la improvisación de un texto. Y, no menos importante, el respeto de los lectores que, con ese punto de voyeurismo, asisten al acto de creación de una obra, hasta ahora vetado.

La idea, argentina, claro, de dónde si no, tiene muy buena pinta y México, Tokio y Barcelona comienzan a experimentar con ella. Quedar un viernes noche a tomar un copa mientras participas de una Jam de Escritura me parece muy enriquecedor como alternativa cultural, aunque prefiero -no encuentro comparación, de hecho- la intimidad del escritor para crear y la del lector para acercarse a los libros. Hay cosas que hay que hacerlas en solitario.



Rosa María García




NOTA: El próximo día 7 de octubre la Jam de Escritura llega a Barcelona de la mano de MEGUSTAESCRIBIR.COM.  Javier Calvo y Patricio Pron serán los autores que llevarán a cabo la improvisación de escritura en vivo y en directo en el Café – Galería de Arte Cosmo. La cita es a las 19h30 y la musicalizará el DJ Nicenoise.